Publicado por OMI (Officine Meccaniche Industriali)
En los entornos industriales y de fabricación actuales, planificar todo el ciclo de vida de un sistema de aire comprimido es fundamental. Las decisiones tomadas en la fase de diseño –desde la selección del equipo hasta la planificación del mantenimiento– repercuten en la instalación, la operación y la retirada al final de su vida útil. Un secador mal elegido puede comprometer la calidad del producto, disparar la factura energética e incluso provocar incumplimientos normativos.
En cambio, el secador correcto minimiza los tiempos de inactividad y el coste total de propiedad (CTP) cumpliendo los estrictos estándares de calidad del aire y medioambientales. Elegir la combinación adecuada de compresor y secador es primordial, pues influirá de forma decisiva en la calidad del aire comprimido, el consumo energético y los costes asociados.
Esto es especialmente cierto para los OEM de sistemas de aire comprimido, los distribuidores y los responsables de planta en España, Italia y en toda Europa, donde los rigurosos estándares ISO de calidad del aire, la normativa F-Gas y el aumento del precio de la energía exigen un enfoque estratégico. OMI es un ejemplo de proveedor que prioriza esta visión de ciclo de vida: aprovecha su I+D italiana y su red global para ofrecer secadores a medida y eficientes diseñados para optimizar el CTP y el cumplimiento normativo.
En el centro de cualquier elección de secador está la comprensión de la pureza de aire requerida. El aire comprimido suele contener humedad, partículas y aceite que pueden dañar equipos o productos finales. La norma internacional ISO 8573-1 define cuán limpio debe ser el aire, especificando los niveles aceptables de contaminantes sólidos, agua y aceite en un sistema de aire comprimido.
Cumplir estas clases es vital. En las industrias de alimentación y bebidas y farmacéutica, por ejemplo, un aire demasiado húmedo puede albergar bacterias o estropear productos, mientras que en automoción el agua puede arruinar acabados de pintura o corroer herramientas neumáticas. Cumplir la ISO 8573-1 garantiza así fiabilidad, seguridad y rentabilidad operativa para el usuario final.
En la práctica, esto implica elegir un secador que ofrezca el punto de rocío y la clase de aceite/partículas que exige la aplicación (por ejemplo, ISO Clase 1 o 2 para aplicaciones de alta pureza y Clase 4 o 5 para usos más generales). A menudo se precisan filtración específica y secado en varias etapas (combinando refrigeración o adsorción con filtros finos) para alcanzar la clase objetivo.
Los marcos normativos suelen tomar la ISO 8573-1 como referencia para la calidad del aire en el punto de uso. En Europa, las directivas de seguridad de máquinas y los programas de certificación de calidad pueden exigir clases ISO concretas para equipos a presión. Por tanto, “garantizar las clases de pureza requeridas” no es solo una buena práctica, sino a menudo un requisito para la garantía del producto y la conformidad legal.
Los factores estacionales y ambientales también influyen: por ejemplo, los climas mediterráneos húmedos (España, Italia) pueden poner a prueba los secadores en los picos veraniegos, por lo que los sistemas deben dimensionarse con margen. Con una visión de ciclo de vida, se verifica de antemano qué clase ISO necesitan realmente los procesos y las peores condiciones ambientales.
Sobre-especificar (p. ej., usar un secador de adsorción donde bastaría uno frigorífico) incrementa los costes; infra-especificar conlleva riesgos de fallo. Solo definiendo los requisitos de calidad por adelantado se puede elegir la tecnología óptima.
Además de los estándares de calidad del aire, la normativa europea influye cada vez más en la elección del secador. El Reglamento F-Gas de la UE (517/2014) y sus recientes actualizaciones imponen controles estrictos a los refrigerantes utilizados en secadores. Todos los secadores de ciclo frigorífico se consideran “sistemas de refrigeración estacionarios” según esta ley, lo que implica que los equipos con refrigerantes HFC deben registrarse, pasar pruebas de fugas anuales y, en última instancia, retirarse si su potencial de calentamiento global (PCG) supera los límites normativos.
Además, la actualización del reglamento F-Gas (2024/573) endurecerá aún más los límites de PCG. Por ejemplo, los HFC tradicionales (con PCG > 150) se prohibirán en equipos nuevos a partir de 2025. El efecto neto es que los secadores deberán emplear refrigerantes de bajo PCG o métodos de secado sin compresión.
Para las plantas españolas e italianas esto tiene implicaciones prácticas. Un secador frigorífico adquirido hoy debe estar certificado conforme al reglamento F-Gas (con cuotas de importador y etiquetado adecuado) o usar refrigerantes alternativos. Algunos OEM están pasando a refrigerantes naturales (como CO₂) o mezclas R-513A/R-1234ze que cumplen los nuevos límites de PCG.
OMI, por ejemplo, destaca el uso de “refrigerantes respetuosos con el medio ambiente” en productos certificados ISO-9001 y trabaja en secadores que emplean R-513A y R290 para seguir aportando valor a largo plazo a sus clientes. En cualquier caso, los compradores deben prever los costes futuros de sustitución del refrigerante y el servicio por técnicos certificados.
La eficiencia energética es otro motor normativo y económico. La Directiva Ecodesign de la UE y las políticas de eficiencia fomentan equipos que consumen menos energía. Esto es relevante porque, según los estudios, la energía suele dominar el coste de ciclo de vida de los sistemas de aire comprimido.
En los compresores, la energía puede representar más del 80–90 % del coste total de propiedad. Aunque la fracción de consumo energético de un secador es menor que la del compresor, sigue siendo significativa (especialmente en secadores de adsorción que consumen aire caliente o de purga, o en grandes secadores frigoríficos con ventiladores y condensadores potentes).
Por ello, las directivas exigen cada vez más que los fabricantes aporten datos de rendimiento (como el Coeficiente de Rendimiento para secadores) e impulsan a los usuarios finales a considerar la energía en la compra. En resumen, estar preparado normativamente significa comprobar que cualquier secador nuevo se alinee con la reducción gradual de F-Gas, el etiquetado energético y las normas ISO, e incluir en la selección actual los posibles cambios regulatorios futuros.
En cuanto a la tecnología disponible, las dos categorías principales son los secadores frigoríficos y los secadores de adsorción (secante). Cada uno conlleva compromisos en capacidad, punto de rocío, consumo energético y coste. También existen secadores de membrana para caudales bajos, pero rara vez se emplean en industrias pesadas.
Estos secadores enfrían el aire comprimido para condensar el agua. Una unidad típica emplea un intercambiador de calor aire-refrigerante y luego recalienta el aire a unos pocos grados por encima de su punto de congelación. Son muy comunes porque resultan rentables y cubren amplios rangos de caudal.
Suelen proporcionar puntos de rocío de salida en torno a +3 °C (contenido de agua ISO Clase 4), suficiente para evitar condensación en la mayoría de los circuitos neumáticos y adecuado para muchos procesos productivos. Los secadores frigoríficos requieren electricidad para el compresor de refrigeración y los ventiladores; los diseños avanzados incluyen controles que apagan la refrigeración cuando la demanda es baja, ahorrando energía.
Los secadores frigoríficos suelen tener menor coste inicial y menor mantenimiento que las unidades de adsorción. No implican una gran inversión de capital y presentan costes operativos y de mantenimiento relativamente bajos. En los últimos años, fabricantes como OMI han introducido innovaciones para aumentar la eficiencia.
Por ejemplo, la serie de secadores de ahorro energético ESD de OMI emplea un intercambiador de calor de triple circuito patentado (refrigerante, glicol y aire) que maximiza la recuperación de calor en todas las condiciones de carga. Esta tecnología por sí sola puede reducir los costes de operación hasta un 90 % a cargas parciales.
Otras características, como los purgadores electrónicos sin pérdidas, evitan desperdiciar aire comprimido durante el drenaje. En conjunto, los secadores frigoríficos son ideales para aire comprimido de uso general –desde aire para herramientas hasta pintura– y son habituales en plantas de automoción y líneas de envasado.
Los secadores de adsorción eliminan la humedad haciendo pasar el aire por un material desecante higroscópico (como alúmina activada, gel de sílice o tamices moleculares). Este proceso permite alcanzar puntos de rocío extremadamente bajos, normalmente –40 °C o inferiores (a menudo hasta –70 °C). Este aire ultra-seco es necesario para aire de instrumentos, electrónica y procesos propensos a la congelación.
Por ejemplo, la aplicación de pintura en una fábrica automotriz de alto rendimiento o la fabricación en sala limpia suelen exigir aire de clase desecante. Dentro de los secadores de adsorción existen subtipos: heatless (sin calor) que utilizan parte del aire seco como purga de regeneración, y blower (calentados) que emplean un calentador y soplador externos para la regeneración, minimizando la purga.
Los secadores de adsorción suelen tener mayor coste de capital y mantenimiento (sustitución periódica del desecante, calentadores o sopladores adicionales) que los frigoríficos. Sin embargo, su capacidad para lograr puntos de rocío muy bajos justifica la inversión cuando es necesario.
Son más adecuados para industrias donde el aire ultra-seco y libre de contaminantes es innegociable –por ejemplo, farmacéutica, instrumentos médicos, producción textil y fábricas de alimentos que requieren aire Clase 1–2. (En alimentación y bebidas, aunque el aire no esté en contacto directo, las exigentes normativas higiénicas suelen imponer contenidos de agua muy bajos.)
La decisión entre estas tecnologías exige hacer coincidir los requisitos del proceso, el perfil de caudal y el presupuesto. Los secadores frigoríficos destacan por su simplicidad y eficiencia cuando se requieren puntos de rocío moderados, mientras que los secadores de adsorción atienden a aplicaciones de nicho de altas especificaciones. También existen estrategias híbridas: por ejemplo, un secador frigorífico aguas arriba puede bajar el punto de rocío a +3 °C, seguido de un pequeño secador desecante de “pulido” para alcanzar –20 °C si es necesario.
Las preguntas clave para guiar la selección incluyen:
En todos los casos, el secador elegido debe cumplir los objetivos ISO 8573 y encajar en el diseño global del sistema de aire comprimido de la instalación.Total Cost of Ownership Considerations.
Una visión de ciclo de vida completo implica mirar mucho más allá de la etiqueta de precio del equipo. Los datos del sector muestran que los costes energéticos dominan los gastos de los sistemas de aire comprimido —a menudo el 80–90 % del coste de ciclo de vida. En los secadores, la tendencia es similar: el capital inicial puede ser solo una pequeña fracción de los gastos a diez años.
Por ejemplo, un secador desecante sin calor puede parecer barato, pero consume una purga constante (a menudo el 15–20 % del caudal) para regenerarse —creando un “impuesto energético” oculto que se acumula durante su vida útil. Por el contrario, un costoso sistema de regeneración con soplador turbo puede amortizarse con el ahorro energético si el caudal es constante y las horas de funcionamiento son elevadas. Del mismo modo, el consumo eléctrico de un secador frigorífico (compresor de refrigeración, ventiladores, posible serpentín de recalentamiento) añade una carga continua de kilovatios.
Más allá de la electricidad, el CTP debe incluir mantenimiento y tiempos de inactividad. Las torres desecantes requieren sustitución periódica del medio o revisión de rotores; los secadores frigoríficos necesitan limpieza regular de serpentines y rellenado ocasional de refrigerante conforme a F-Gas. Cada intervención de servicio provoca tiempo de parada o coste de mantenimiento.
Igualmente grave es el coste de un fallo: una fuga o mal funcionamiento del secador no detectados pueden permitir la entrada de agua en la red neumática, corroyendo equipos, estropeando productos o deteniendo la producción. En plantas de alimentación y bebidas, la contaminación por humedad puede suponer decenas de miles de euros en retiradas y pérdidas de producción.
En la planificación resulta útil enumerar todos los impulsores de coste. Los principales factores de coste de ciclo de vida incluyen:
Se debe ejecutar un modelo formal de CTP para los sistemas candidatos. Un secador frigorífico puede consumir más electricidad que uno desecante de purga en ciertas condiciones, pero el análisis debe incluir el coste energético del aire de purga. OMI destaca este punto: sus secadores están diseñados para “optimizar el coste total de propiedad”, no sólo para ser baratos de comprar.
En la práctica, esto significa considerar un horizonte de 10–15 años, aplicar la tarifa energética local y estimar los intervalos de mantenimiento. Elegir un secador eficiente hoy puede ofrecer un rápido retorno a medida que suben los precios de la energía. Colaborar con el OEM o el distribuidor para obtener datos detallados de consumo eléctrico —o incluso auditorías de aire específicas de la planta— es una buena práctica.
Distintas industrias pondrán el acento en aspectos diferentes del secado de aire y la planificación del ciclo de vida:
- Automoción y fabricación OEM: Las fábricas de automóviles suelen necesitar aire extremadamente seco y sin aceite en cabinas de pintura y robots de ensamblaje. Incluso una pequeña humedad puede provocar defectos de pintura o dañar sensores electrónicos. Normalmente, una línea de pintura automotriz exige aire ISO Clase 2–3 (punto de rocío a presión de –20 °C a –40 °C). En muchos casos se emplea aguas arriba un secador frigorífico estándar (punto de rocío +3 °C), seguido de un secador desecante compacto para alcanzar el punto de rocío inferior.
OMI, con una fuerte presencia en los mercados de automoción, puede suministrar paquetes de secadores modulares adaptados a estas especificaciones. Las líneas hidráulicas de la maquinaria también requieren control de la humedad para evitar la corrosión. En general, los fabricantes de automóviles priorizan la fiabilidad y evitan cualquier interrupción del proceso, lo que refuerza la necesidad de planificar acceso fácil al mantenimiento y sistemas de respaldo.
- Alimentación y bebidas: En las plantas de A&B (embotellado, envasado, procesamiento de alimentos) el aire comprimido puede entrar en contacto con productos o materiales de envase. Este sector exige aire de calidad alimentaria: sin aceite y con humedad muy baja. La ISO 8573-1 Clase 2 o 1 (puntos de rocío de –20 °C o inferiores) es habitual cuando el aire toca alimentos. Además, las normas de higiene implican que los secadores y filtros deben diseñarse para facilitar la limpieza y la esterilización.
Los productos de OMI —como los filtros ALPS aprobados por la FDA y su nueva serie de filtros de aire estéril— reflejan esta experiencia. Sus secadores frigoríficos y desecantes pueden especificarse con partes internas de acero inoxidable o recubrimientos especiales. Los purgadores sin pérdidas de baja ΔP también evitan desperdiciar aire comprimido, a menudo generado por soplantes oil-free (portadores energéticos más caros que los motores eléctricos). OMI es el único proveedor del mercado que ofrece secadores frigoríficos sub-cero que combinan los beneficios clave de las tecnologías desecante y frigorífica, lo que los convierte en la solución ideal para aplicaciones de A&B.
- Manufactura general (maquinaria, textiles, plásticos): Las fábricas de estos sectores utilizan aire comprimido para herramientas neumáticas, transporte, instrumentación y más. Los requisitos de punto de rocío varían: para aire de herramientas y envasado, un secador frigorífico (+3 °C de punto de rocío) puede ser suficiente para evitar condensación visible y corrosión. Sin embargo, si el aire se usa en controles críticos o en climas con grandes variaciones de temperatura, puede ser obligatorio un sistema desecante.
La producción textil suele requerir aire muy seco para evitar el apelmazamiento de fibras, y el moldeo de plásticos puede necesitar Clase 3–4. En todos estos casos, la decisión puede depender de factores como el espacio (las torres desecantes necesitan más altura) y los requisitos de refrigeración (algunas plantas pueden recuperar calor residual para regenerar secadores). Los fabricantes españoles e italianos también considerarán el soporte local y la disponibilidad de repuestos, lo que convierte a un proveedor como OMI —con una red de servicio europea— en una opción estratégica.
A lo largo de estas industrias, la preparación normativa y la eficiencia energética son denominadores comunes. Las normas de seguridad de la UE pueden exigir el marcado CE para los sistemas de secado, lo que conlleva documentación y conformidad. Un plan enfocado en el ciclo de vida tiene esto en cuenta asegurando que el secador elegido esté certificado y formando al personal de mantenimiento en requisitos especiales (p. ej., manipulación de refrigerantes o cambio seguro del desecante).
Elegir el proveedor de secadores adecuado es tan importante como elegir el secador correcto. OMI ejemplifica un socio que integra profundidad técnica y conocimiento de la aplicación con una visión de ciclo de vida. El centro de I+D italiano de la compañía —el mismo que llevó al mercado los primeros secadores frigoríficos sub-cero—, su amplia gama de productos de la A a la Z y su red global le permiten proporcionar sistemas de tratamiento estándar o personalizados para necesidades diversas.
En la práctica, esto significa que pueden adaptar instalaciones de secado montadas sobre skid —combinando aftercoolers, secadores frigoríficos, torres desecantes, filtros y purgadores— para ajustarse al espacio y a los objetivos de rendimiento de la planta.
OMI también apoya a los clientes más allá del equipo. Al brindar documentación, formación y disponibilidad de repuestos, ayuda a distribuidores, OEM y usuarios finales a planificar calendarios de mantenimiento que minimicen los tiempos de inactividad. Este enfoque de servicio completo se alinea con la “planificación del ciclo de vida total”: los clientes pueden contar con OMI desde el diseño inicial hasta la instalación, la puesta en marcha y décadas de soporte posventa.
Mantenerse por delante de las normas y los costes en evolución “sin comprometer la facilidad de uso ni el medio ambiente” es una filosofía de diseño, señalan desde OMI.
Elegir un secador de aire comprimido es algo más que comprar una caja por precio. Es una decisión estratégica que afecta durante años a la productividad de la planta, la calidad del producto y el rendimiento financiero. Un enfoque de ciclo de vida total considera conjuntamente los requisitos de calidad del aire, las obligaciones normativas, los costes de energía y mantenimiento y las necesidades específicas de la industria. Garantiza el rendimiento adecuado hoy, al tiempo que controla los costes y cumple las normativas mañana.
En la práctica, esto conduce a plantear las preguntas correctas desde el principio (punto de rocío requerido, perfil de caudal, ciclo de trabajo, coste energético local, etc.) y comparar rigurosamente las soluciones. Invertir en un secador eficiente y conforme se amortiza rápidamente mediante facturas eléctricas más bajas y la evitación de multas o tiempos de inactividad. Colaborar con un proveedor experimentado —como OMI, con sus tecnologías patentadas y su red de servicio— garantiza que el sistema seleccionado esté optimizado para el largo plazo.
Contacto:
OMI (Officine Meccaniche Industriali)
Tel: +39 0481 488516